La comunidad islandesa, liderada por activistas como Þórunn Þórs Jónsdóttir y el trabajo del Icelandic Hemp Association, está empujando cambios en su política de cannabis que tiene al uso adulto en un estatus de ilegalidad y que, actualmente, carece de un programa medicinal.
En Islandia el cannabis para uso adulto sigue prohibido y su posesión, cultivo y venta son sancionables. Junto con lo anterior, tampoco existe un programa de “cannabis medicinal”. Sin embargo, el medicamento Sativex cuenta con autorización sanitaria y se puede dispensar en farmacias con receta de especialistas en neurología.
Debate
Esta coexistencia entre una prohibición general y una excepción estrictamente farmacéutica ayuda a explicar el tono del debate local y las expectativas de pacientes que aún no encuentran un marco regulado más amplio.
Sin embargo, la cultura islandesa convive con una historia de prohibiciones, como lo que ocurrió con el alcohol que estuvo restringido durante gran parte del siglo XX. En el caso del cannabis, la criminalización comenzó en 1969 y se incorporó a la legislación en 1974, especialmente asociada al aumento de consumo en jóvenes. Este trasfondo sirve de espejo para comprender por qué la regulación cannábica avanza con cautela frente a las nuevas sensibilidades públicas.
Actualmente el pulso de la discusión lo marcan redes de pacientes, emprendedores y divulgadores. La conferencia “Hemp for the Future”, organizada por el Icelandic Hemp Association en el histórico Iðnó de Reikiavik, reunió voces internacionales para abordar la situación del cáñamo industrial, la evidencia terapéutica existente y los diferentes diseños regulatorios.
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