Alrededor de un tercio de las personas que viven con VIH han usado recientemente marihuana, y hasta el 75% lo han hecho en algún momento de su vida.
El cannabis es hoy en día más fácilmente accesible que nunca, ya que su uso recreativo es legal en cada vez más países y su uso médico está aún más extendido.
Las personas con el VIH, incluso aquellas en tratamiento antirretroviral efectivo, pueden tener un revestimiento intestinal dañado (lo que se conoce como “intestino permeable”) e inflamación crónica, hechos que pueden conllevar una amplia gama de comorbilidades. Los efectos del cannabis sobre la función inmunológica en personas con el VIH no se conocen completamente. En los últimos meses varios estudios han arrojado luz sobre esta cuestión.
Así, un pequeño estudio realizado por investigadores estadounidenses halló que, en personas con el VIH en terapia antirretroviral con supresión virológica, el uso de cannabis estaba asociado a un aumento de las células T vírgenes (inactivas), una disminución de las células T efectoras y una menor expresión de varios biomarcadores de activación inmunológica.
Además, los usuarios de cannabis tenían menos células T exhaustas o senescentes en comparación con los no usuarios. En el estudio, el uso de cannabis no estuvo vinculado a respuestas de células T CD8 específicas del VIH ni a cambios en el tamaño del reservorio viral en las células T CD4.