Durante gran parte del siglo XX, el cannabis fue asociado a la marginalidad, el narcotráfico y la ilegalidad, cargando con un fuerte estigma social que lo alejaba de los ámbitos científicos y médicos.
No obstante, en las últimas dos décadas, esta percepción ha comenzado a cambiar de forma significativa. Impulsado por un número creciente de estudios científicos, avances regulatorios y una demanda social informada, el cannabis medicinal se ha abierto camino en la medicina contemporánea como una alternativa terapéutica prometedora para distintas enfermedades.
DE LAS CALLES AL LABORATORIO
El cannabis, también conocido como marihuana, es una planta con una compleja composición química que incluye más de cien fitocannabinoides.
Dos de estos compuestos son especialmente relevantes para la medicina: el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD).
Mientras el THC es responsable de los efectos psicoactivos asociados al consumo recreativo, el CBD ha despertado gran interés en la comunidad científica por sus efectos terapéuticos, sin provocar alteraciones cognitivas significativas.