En un resort junto a un lago en los Ozarks de Misuri, un nuevo tipo de viajero llega y no lo reciben con champán, sino con un cóctel sin alcohol con cannabis y un itinerario de bienestar pensado al detalle.
Al otro lado del mundo, en las playas de Koh Samui, Tailandia, los huéspedes de un hotel boutique piden turnos con herbolarios que les indican dosis precisas de tés y comestibles para acompañar las clases de yoga o las sesiones de respiración.
No es una nota sobre hoteles pet friendly ni sobre tours a dispensarios. Es otra cosa: un cambio en la hospitalidad que dejó de lado la rareza para convertirse en un negocio serio.
En Estados Unidos, Sudamérica y el Sudeste Asiático, abrieron resorts centrados en el cannabis para viajeros que buscan algo más que una zona con consumo legal. Quieren lugares donde la medicina vegetal forme parte de experiencias pensadas para el bienestar, la educación y el encuentro.
A nivel mundial, el turismo de cannabis movió más de US$ 17.000 millones en 2022 y podría superar los US$ 23.000 millones en 2030, a medida que avanza la legalización y cambian las preferencias de los consumidores.
