Argentina avanza en la legalización del uso diverso de cannabis. La investigación para su uso medicinal avanza.
Desde 2017 el Gobierno promulgó la ley que habilita el uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados y deja en manos del Estado el monopolio del cultivo y la elaboración del producto que se utilice para los tratamientos.
Sin embargo, la norma no contempla el autocultivo.
La norma crea el régimen que impulsa la investigación médica y científica del uso medicinal de la planta y sus derivados, pero deja a cargo del Estado el cultivo y la producción.
Establece que el Ministerio de Salud de la Nación estará a cargo el Programa Nacional para el Estudio y la Investigación del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis.
La ley contempla también la autorización para que tanto el Conicet y el INTA puedan cultivar cannabis para la investigación médica y/o científica, además de impulsar la producción a través de laboratorios públicos.
Además, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) «permitirá la importación de aceite de cannabis y sus derivados, cuando sea requerida por pacientes que presenten las patologías contempladas en el programa y cuenten con la indicación médica pertinente», provisión que será «gratuita» para quienes se encuentren incorporados a esa iniciativa.
La ley fue impulsada por diferentes organizaciones que defienden la utilización del cannabis para el tratamiento de diferentes patologías sobre las que, aseguran, genera un mejor efecto que los medicamentos tradicionales.
AUTOCULTIVO, PRIMER PASO
El autocultivo medicinal de cannabis es la gran novedad en la reglamentación que prepara el Gobierno argentino, que abre la puerta a una ley integral que regule todos los usos de la planta y que colme las aspiraciones de las organizaciones que desde hace años luchan por la legalización.
El proyecto de reglamentación para la ley de «investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados» está ya en manos de las diferentes organizaciones, y además de permitir el autocultivo abre el abanico de patologías que pueden ser tratadas con la planta y permite la distribución de derivados como el aceite a través de farmacias.
Una de las organizaciones que integró la mesa de diálogo fue Mamá Cultiva, una ONG autogestionada que nació en 2016 a raíz de la iniciativa de un grupo de madres con hijos «con diferentes condiciones de salud» y que desde su fundación lucha por la legalización de la planta, una posibilidad que ahora ven más cerca que nunca.